La tragedia ha dejado más de 670 muertos
En un amanecer marcado por la desolación, la naturaleza mostró su fuerza más devastadora en Papua-Nueva Guinea. Un deslizamiento de tierra, tan repentino como mortífero, sepultó la esperanza de miles en la provincia de Enga. La aldea de Kaokalam ahora yace bajo seis metros de rocas y desesperación.
La tragedia, que ha dejado más de 670 muertos y 2.000 personas sepultadas, se desencadenó tras un terremoto que sacudió los cimientos de la vida y la tierra. Los sobrevivientes, con palas y manos temblorosas, buscan entre el barro y las piedras, no solo a sus seres queridos sino también a la paz que les fue arrebatada.
La comunidad internacional observa, con el corazón encogido, cómo la tierra continúa deslizándose, amenazando con más pérdidas y dolor. La catástrofe ha generado un impacto profundo en la economía de la región, destruyendo viviendas y aniquilando jardines que una vez alimentaron a sus habitantes. La carretera Porgera Highway, vital para la conexión con la gran mina de oro de Porgera, ha quedado intransitable, cortando la vida de la provincia en dos.
En medio del caos, la solidaridad se convierte en el único faro de luz. Equipos de rescate, enfrentándose a condiciones peligrosas y a la continua amenaza de más deslizamientos, trabajan incansablemente para evacuar a los 1.250 sobrevivientes.
Papua-Nueva Guinea llora, pero también se levanta. En este momento de oscuridad, la nación y el mundo se unen en un solo clamor: reconstruir y renacer de la tragedia.
Aguacatetv.com/YVKE