Cada 25 de noviembre, la voz de las mujeres se convierte en un eco que atraviesa fronteras y corazones. Es el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, una fecha que no solo nos invita a recordar, sino a sentir y actuar. En Venezuela, este llamado adquiere un matiz profundamente humano: es la voz de madres, hijas, hermanas y compañeras que reclaman respeto, justicia y dignidad. Este día no es un simple marcador en el calendario, es un grito colectivo de resistencia y esperanza.
Su raíz histórica se encuentra en la valentía de las hermanas Mirabal, asesinadas en 1960 por enfrentar la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo. Su legado nos recuerda que la violencia contra las mujeres no es un hecho aislado, sino la expresión de sistemas de poder que buscan silenciar y someter.
En los últimos años, con la Revolución Bolivariana, la sociedad venezolana ha comenzado a dar pasos firmes hacia la construcción de un país más justo y equitativo. La violencia contra la mujer, que por décadas ha marcado la vida de miles de familias, empieza a perder terreno gracias al esfuerzo conjunto de instituciones, organizaciones sociales y la voz incansable de las propias mujeres.
Este camino no solo representa una victoria para las mujeres, sino para toda la nación: una Venezuela donde la violencia contra la mujer pierde terreno, es también una Venezuela que gana en democracia, justicia y humanidad.
